lunes, 28 de julio de 2008

Queennie


Queennie no era mía, sino de mi vecina. Tiene 10 años y desde que llegó a su casa yo le di comida y la cuidé. Eventualmente, su dueña decidió buscar suerte en E. U. y se fue. Vendió la casa y yo me quedé con la niña desde el año pasado. Pasó unos días horribles llorando a su dueña, y pensé que nunca se recuperaría. Cada vez que escuchaba el ruido del portón eléctrico, aullaba, quería ver a su dueña, y ella no volvió. Por suerte, Queennie también se llavaba con migo, me quiere mucho y conocía a los otros perritos de la casa. Ahora es co dueña del patio y se siente mejor...bueno, en lo que puede, puesto que a su dueña nunca la olvidará. Hace unos días por fin su dueña vino a verla y la reacción partía el alma. ¡Cómo quieren los animales! ¡Cómo es que no olvidan nunca! ¡Cómo son fieles hasta el final!
Sé que hoy aún está pensando en ella y me da mucha pena, pero sé que me quiere y por eso tengo que tratarla bien. Deseo que sus últimos años de vida los pase felíz y se lo hago saber todos los días.
Por lo demás, solo tengo que agradecerle que me tenga cariño y me dé su amor, que aunque con dolor, es sincero. Gracias, Queennie.

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