domingo, 6 de abril de 2014
Chao, Robo...
Te fuiste, Robo y no te pude decir adiós. Lo que menos imaginé fue que te fueras primero que Nena, que tan mal está. Pero así es la vida. He aprendido que al destino no le gustan las despedidas. ¡Y qué triste es cuando no nos podemos despedir! Eras tan fiel y callado. Tan solo y tan fuerte. Recuerdo cuando te encontramos en aquél zafacón, casi muriéndote de hambre y miedo. Perdona si estos últimos años fueron tan apresurados y distantes, Tan distintos a los demás que viviste junto a nosotras. Perdónalo todo. La vida nos jugó sucio, amiguito. Pero nos veremos allá. Ahora tomarás agua de las nubes más puras, no de la pileta de agua contaminada con la que nos envenenamos todos. Ahora sabes lo que es la eternidad. Ahora sabes lo que es el silencio y la oscuridad total. Ahora flotas, o no flotas, quién sabe. Pero no estás. Te recordaré siempre, negro bello. Sí...espero verte allá.
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